viernes, 16 de marzo de 2012

Tratamiento del Trastorno Oposicionista Desafiante

El trastorno oposicionista desafiante es una psicopatología que afecta aproximadamente al 5% de la población infanto-juvenil. En algunos casos los síntomas se atenúan con la edad pero en otras ocasiones se recrudecen. De esta forma, muchos padres no saben qué hacer ni qué medidas tomar para contrarrestar los comportamientos que le hacen daño tanto al niño o al adolescente como a quienes conviven con él.

En primer lugar se debe conocer que existen diferentes aproximaciones terapéuticas ante este trastorno. Casi siempre, la primera opción del psicólogo es optar por la orientación psicoeducativa; es decir, entrenar a los padres para que aprendan cuál es la forma más adecuada de relacionarse con su hijo. En dependencia de la intensidad de la patología, también se puede incorporar la psicoterapia e incluso se puede recurrir al tratamiento farmacológico (se suelen usar, en dependencia de si existen o no otros trastornos asociados, medicamentos como la sertralina, fluoxetina, paroxetina, atomoxetina risperidona y el aripiprazol).

No obstante, los resultados no son inmediatos y el éxito de la terapia dependerá en gran parte de la adherencia terapéutica; en otras palabras, de cuánto se apliquen en la terapia tanto el niño o adolescente como sus padres. Siempre se debe tener presente que el tratamiento del trastorno oposicionista desafiante no es una terapia dirigida exclusivamente al niño sino a toda la familia.

En segundo lugar se debe ser consciente de que cada caso es único por lo que conllevaría un análisis individual que permita implementar, no un tratamiento del trastorno oposicionista desafiante sino un tratamiento de la persona en sí y su entorno familiar específico. No obstante, si hablamos en términos generales podríamos hacer referencia a una serie de pautas o consejos prácticos que podrían ayudarles a manejar en el día a día los comportamientos disruptivos del niño.
  1. Prestar atención a los comportamientos positivos y reforzarlos usando el elogio, el reconocimiento o el agradecimiento. En muchas ocasiones los padres se centran en las conductas negativas porque son las que provocan desazón y displacer pero es muy importante focalizarse en todo lo positivo que realiza el niño. Para comprender la importancia de este cambio de actitud basta ponernos por un segundo en su lugar: ¿qué pensaríamos y cómo actuaríamos nosotros mismos si nunca nos alaban cuando hacemos algo positivo sino que, al contrario, nos recriminan constantemente ante los errores?
  2. Obviar los comportamientos negativos. A veces los gritos y el enfado actúan como reforzadores de las conductas que desearíamos evitar. Por ende, siempre que sea posible y no se trate de un comportamiento imperdonable, es mejor hacer caso omiso de las conductas disruptivas. De esta forma podrían extinguirse por sí solas con el paso del tiempo.
  3. Anticipar las situaciones problemáticas. Si se sabe que existen momentos particularmente tensionantes en los cuales el niño o adolescente suele responder de manera negativa, la mejor opción es anticiparse a su respuesta y proponerle otra actividad u otra manera de enfrentar esta situación.
  4. Explique cuáles son los comportamientos inaceptables y por qué. De esta forma ya el niño sabrá qué se espera exactamente de él. Muchos padres cometen el error de castigar a sus hijos sin haberles dicho jamás qué esperaban de ellos. Por supuesto, esto genera inseguridad y rencor.
  5. Imparta órdenes y establezca normas de forma eficaz y, lo que es aún más importante, hágalas cumplir. En muchas ocasiones se aprecia que detrás del trastorno oposicionista desafiante se esconde un estilo educativo permisivo. Por supuesto, el niño se percata inmediatamente de ello y asume el control volviéndose dominante y manipulador. Ser constantes es un factor clave para poder eliminar las conductas disruptivas.
  6. Utilice el castigo de forma asertiva. Es decir, en vez de pegarle o gritarle, aplique un castigo que le sirva al niño para aprender una lección importante. Recuerda que la violencia genera más violencia por lo que la agresión (ya sea en el plano físico o mental) nunca es la solución más adecuada.
  7. Aplique inmediatamente el castigo. No espere a que la conducta negativa se vuelva a repetir sino que debe atajarla en el momento en que tiene lugar. Además, recuerde que el castigo no debe ser proporcional al nivel de frustración que sientas sino que debe adecuarse a la transgresión real. Aplicar castigos desproporcionados es tan negativo como no hacerlo.
  8. Hágale notar las consecuencias específicas de su comportamiento. El niño con trastorno oposicionista desafiante necesita normas claras pero también debe saber cuáles son las consecuencias de su comportamiento. No se pierda en elucubraciones sobre el futuro, simplemente hágale notar las consecuencias en el aquí y ahora, desde aquellas en el plano material hasta los daños desde la perspectiva emocional.

Fuente:
  • Rigau, E.; García, C. & Artigas, J. (2006) Tratamiento del trastorno de oposición desafiante. Revista de Neurología; 42 (Supl 2): 83-88.


Escrito por Jennifer para Rincón de la Psicología

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